“Los deseos en modo alguno garantizan que los cuerpos sean
reales, se es el que se desea no ser”, enuncia la voz que ya no existe
bajo el peso mercurial de las paradojas, un pensamiento sumergido en el
territorio de la carencia, una intención hacia el no lugar todavía de lo otro
donde la poesía permanece amarrada al conflicto del deseo, la
imaginación y la conciencia. Es hacia el propio peligro de hacerse
reales donde se dirigen las deshilvanadas significaciones del
pensamiento de Vicente Núñez, el poeta sofista para quien no existió
otra verdad que la conducta inestable del erotismo que sus palabras
predican; la exageración pasional de los sentimientos afectivos que
llamamos, con tan inverosímil como intensa vocación de ser, resonancias
de una voz sin boca, voces movientes al amor, palabras civiles para después del tiempo
en lo dictado al mar por Rafael Pérez Estrada, la radical impaciencia
de bondad y su muda armonía histórica ante las utopías de la felicidad
sepultadas bajo el tonelaje de los crímenes políticos y los espectros
ideológicos del exterminio. El deseo, los deseos que implicaron su
imaginario en el proceso histórico de la liberación de los tópicos del
lirismo inocuo, e hicieron de la categoría de belleza, para decirlo en
la exigente revelación de Antonio Gamoneda, un lugar donde no van a parar los cobardes.
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Juan Carlos Mestre (Villafranca del
Bierzo, León, España, 1957) es poeta, grabador y ensayista español. Ganó
el Premio Castilla y León de las Letras en 2018 al conjunto de su
obra y el Premio Nacional de Poesía por su obra La casa roja.