Pedro Alberto Cruz Sánchez: El oledor de Pretzels


“PARCHETUMORMORFINA”

Después de la primera clase se acerca un alumno de
unos cincuenta años con un parche en el ojo derecho
y me dice
“¿Te he contado mi problema?”
De inmediato le contesté “No”
Y su problema lo resumió en unas pocas y vacilantes
palabras
“Tengo un tumor cerebral Puede que me
veas salir de clase Será porque necesite morfina”.
Mi historia comienza ahora a solas en el aula
con unas pocas líneas de luz que se cuelan entre los
estores del fondo.
El silencio es liso sin rodeos directo al centro
de los oídos Me abrasa el esquematismo de este
después pupitres vacíos y nada que guardar en la
mochila ningún suceso inútil que pliegue esta llanura
de desolación y distraiga la perplejidad de los
pensamientos.
Aquella terapeuta a la que nunca más fui me diría por
75 euros a la hora que no viva lo que no es mío
que reduzca y deje caer la piel muerta de los otros
Pero ya es tarde para curarse con remedios tan
simples Mi cuerpo tiene un dolor propio distinto
al de mi nombre al de mis dos ojos sanos Para él
los demás solo existen porque anuncian su muerte
Es la única forma de no estar solo que conoce de
sentirse vivo entre muchos un lugar cierto
de barro en el que nadie desaparece sin dejar huella
Sabe que vive por el adiós de los otros.
Doscientos metros más tarde tres pasillos y decenas
de escalones bajo el sol impertinente de septiembre
espero el autobús con mi cuerpo de él con su
cuerpo mío No hay sombra en la que tomar refugio
como no hay un nombre al que referirse
Después de todo ni siquiera sé cómo se llama y ese
vacío de identidad lo llenan palabras como “parche”
“tumor” “morfina”
¿Quién merece renunciar a su
nombre por una enfermedad? ¿Acaso son solo los sanos
dignos de un rostro?
Malaventurados los que sean cuerpo a ojos de los otros
porque ellos serán enfermos Y no quiero ser de esos
que ven el miedo y no la persona
Tú “parchetumormorfina” querría nombrarte y
devolverte al mundo de los sanos
Si soy sincero quizás lo desee por puro
egoísmo para que ya con rostro curado
puedas aportar algo de esperanza a mi cuerpo.
“Todavía me erizo cada vez que lo cuento” quema
la marquesina de autobús “no me lo creo” y la
piel no separa la vida de la muerte “aún no”.
Me llamarás dos veces meses después al teléfono
de mi despacho Te identificarás como el tipo del
problema en el ojo y en el cerebro En ambas
ocasiones me dirás tu nombre a continuación y
yo incapaz de escuchar más allá de “ojo”
y “cerebro” no podré recordarlo
Te empeñas en presentarte como cuerpo y no me das
oportunidad de conocerte como nombre Todavía
no sé quién eres “parchetumormorfina”.
***
Pedro A. Cruz Sánchez (1972) es Profesor de Historia del Arte en la Universidad de Murcia, teórico y crítico de arte y poeta.  Entre sus ensayos destacan: La vigilia del cuerpo. Arte y experiencia corporal en la contemporaneidad (2004); Cartografías del cuerpo. La dimensión corporal en el arte contemporáneo (2004); Daniel Buren (2006); Pasión y objeto político. Una teoría de la pasividad (2013), Cuerpo, ingravidez y enfermedad (2014) y Marcel Duchamp. La sombra y lo femenino (2016). Ha publicado cuatro poemarios hasta la fecha: No comparto las razones de la luz (2011); Cuerpo de un solo día (2012); Tú y el afuera (2014); y De la nada a tu carne (2017). En 2018 ganó el “XVI Premio de Poesía Dionisia García” con el poemario Incluso los muertos
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