Uno
Cuando acercas el oído a una caracola escuchas el murmullo
del mar En cambio cuando entras al WC de un tren solo oyes
sirenas de policía Recuerdo entonces el “secreto de la caracola”
-“Aquello que escuchamos no es el mar sino el fluir de
la sangre por los finos vasos de nuestro sistema auditivo”.
Mi sangre suena a homicidio en medio de campos de cereales de
La Mancha El deseo de Nietzsche de escuchar la vida en su
flujo sanguíneo se convierte en mi caso en una escena demencial
Soy una calle de pánico eyectada por el corazón traslado
criminal del oxígeno a un suburbio de la voluntad donde el cerebro
se deja engañar por el aire atrapado en el pestilente WC de un Altaria.
El tren se mueve a 225 km/h y mi sangre solo a 2 km/h La rutina
de vivir es raptada por la urgencia del destino Y la sangre grita
horrorizada cuando quiere llegar a una estación
-“Vivir hacia algo es un aullido”
Te obliga a mantener el equilibrio cueste lo que cueste de pie con
las sienes a punto de explotar achicando el espacio del mundo
hasta reducirlo a lo inmundo un retrete de acero inoxidable.
Nadie se contenta con la vida sorda y mecánica de un corazón que
bombea cinco litros de sangre por minuto Siempre se quiere
“algo más” el sentido/ la magia/ el crimen Pegas el oído a la
caracola y la sangre grita en una sola dirección la de la muerte
Las hectáreas de cebada ametrallan los tímpanos y la orina
se derrama sobre el suelo como una cutre prueba forense.
En el tren se escucha lo que fluye en silencio No se respeta la
paz de lo vivo la íntima lejanía de la vida Ese olor a madrugada
que se agarra al olfato la tarde de metal que sube por el esófago y
empapa la lengua Sí la sangre ha despertado de su reposo biológico
y riega cada pensamiento con un fin voraz
-“Debes llegar/ has de cumplir/ concluye”
Las vías se meten en los poros de las miradas distraídas enderezan
su descuido y lo envían lejos en línea recta hacia algún lugar
-“¿Lo entiendes mi amor? Ya no queda paisaje en
los márgenes y nunca podremos perdernos tras una
ventana El destino es un crimen en medio de campos
de cereales de La Mancha”.
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NOTA BIOGRÁFICA
Pedro A. Cruz Sánchez (Murcia, 1972) es profesor de Últimas tendencias del arte en la Universidad de Murcia. Entre sus investigaciones sobre arte moderno y contemporáneo, destacan Marcel Duchamp. La sombra y lo femenino (Bellaterra, 2016) y Arte y performance. Una historia desde las vanguardias hasta la actualidad (Akal, 2022). Ha publicado los siguientes poemarios: No comparto las razones de la luz (2011); Cuerpo de un solo día (2013); Tú y el afuera (2014); De la nada a tu carne (2017); El oledor de Pretzels (Liliputienses, 2019) e Incluso los muertos (2020, XVI Premio de Poesía Dionisia García).
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