Pedro A. Cruz Sánchez: La vida no era esto. Quiero hablar con el encargado

 

Uno

 

Cuando acercas el oído a una caracola   escuchas el murmullo

del mar     En cambio   cuando entras al WC de un tren solo oyes

sirenas de policía     Recuerdo entonces el “secreto de la caracola”

-“Aquello que escuchamos no es el mar sino el fluir de

la sangre por los finos vasos de nuestro sistema auditivo”.

 

Mi sangre suena a homicidio en medio de campos de cereales de

La Mancha     El deseo de Nietzsche de escuchar la vida en su

flujo sanguíneo se convierte en mi caso en una escena demencial

 Soy una calle de pánico eyectada por el corazón   traslado

criminal del oxígeno a un suburbio de la voluntad   donde el cerebro

se deja engañar por el aire atrapado en el pestilente WC de un Altaria.

 

El tren se mueve a 225 km/h y mi sangre solo a 2 km/h     La rutina

de vivir es raptada por la urgencia del destino     Y la sangre grita

horrorizada cuando quiere llegar a una estación

                       -“Vivir hacia algo es un aullido

Te obliga a mantener el equilibrio cueste lo que cueste   de pie   con

las sienes a punto de explotar   achicando el espacio del mundo

hasta reducirlo a lo inmundo   un retrete de acero inoxidable.

 

Nadie se contenta con la vida sorda y mecánica de un corazón que

bombea cinco litros de sangre por minuto     Siempre se quiere

“algo más”   el sentido/ la magia/ el crimen     Pegas el oído a la

caracola y la sangre grita en una sola dirección   la de la muerte

Las hectáreas de cebada ametrallan los tímpanos y la orina

se derrama sobre el suelo como una cutre prueba forense.

 

En el tren se escucha lo que fluye en silencio     No se respeta la

paz de lo vivo   la íntima lejanía de la vida     Ese olor a madrugada

que se agarra al olfato   la tarde de metal que sube por el esófago y

empapa la lengua        la sangre ha despertado de su reposo biológico

y riega cada pensamiento con un fin voraz   

                            -“Debes llegar/ has de cumplir/ concluye

Las vías se meten en los poros de las miradas distraídas   enderezan

su descuido y lo envían lejos   en línea recta hacia algún lugar

-“¿Lo entiendes   mi amor?     Ya no queda paisaje en

los márgenes   y nunca podremos perdernos tras una

ventana     El destino es un crimen en medio de campos

de cereales de La Mancha”.

 

***

NOTA BIOGRÁFICA

 Pedro A. Cruz Sánchez (Murcia, 1972) es profesor de Últimas tendencias del arte en la Universidad de Murcia. Entre sus investigaciones sobre arte moderno y contemporáneo, destacan Marcel Duchamp. La sombra y lo femenino (Bellaterra, 2016) y Arte y performance. Una historia desde las vanguardias hasta la actualidad (Akal, 2022). Ha publicado los siguientes poemarios: No comparto las razones de la luz (2011); Cuerpo de un solo día (2013); Tú y el afuera (2014); De la nada a tu carne (2017); El oledor de Pretzels (Liliputienses, 2019) e Incluso los muertos (2020, XVI Premio de Poesía Dionisia García).

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