Fernando Pérez Fernández: Compensatoria

 

Los peces en la fuente que no tiene la escuela flotando bocarriba

                                                                                                              Y casi todos han amado el mundo.

                                                                                                                                                                B. Brecht

 

Las faltas, lo primero

que tienen que aprender,

 

cumplimos con el pacto

de hacer como que no nos damos cuenta

 

hasta dejar de verlo.

 

La escuela, inevitable,

 

la caja en que se ajustan

los adolescentes angustiados,

 

que tienen que crecer, y cuanto antes,

para huir de aquí -a donde sea-

 

aunque resulte peor -lo que es muy probable-

pero también los adultos,

 

los que ya siempre esperamos allí

 

con la infatuación de jubilarnos. 

 

La versión final, definitiva.

 

Cada albor entramos a la caja vacía

en la que no cabes bien,

 

en la debes callarte

o si acaso hacer como que hablas

en un silencio fijo delirado

 

siguiendo el eco ronco

que no quiere meterse en el laúd.

 

Quisiera regalarnos otros traumas,

un terror obsceno que nos reiniciase,

 

que nos bautizara por la fuerza

saltando en la piscina, como patos,

nuevas, buenas personas,

 

rayos de sol decantando en un bloque

de gelatina gigante,

 

quisiera que tuvierais otra cosa

 

pues yo quise vivir y no lo hice

a vuestra edad -y tampoco,

para intentar ser sinceros,

ya no del todo a la mía-.

 

Creo que no lo hago bien,

no es lo suficiente verdadero

 

(pero tengo amor, esa certeza,

aunque cuando llego estoy cansado,

y bastantes veces me da miedo que lo diga por decir,  

tanto se embarulla el rezo en rito)

(pero por milagros permanece nuestro amor)

(siento amor, al menos)

 

es una vida factible:

entre las canciones de bordado

unos como injertos macarrónicos:

 

todas las mañanas clases de filosofía

que nuestros alumnos y nuestras alumnas

a muy buen seguro olvidarán

 

-nos olvidaremos,

no saludaremos

no recordaremos quiénes éramos-

 

treinta cada día en cada caja,

tres o cuatro más que llegan tarde

(son tres minutos más vivas),

 

unas junto a otros y demás,

casi como formas reemplazables

salvo dos o tres en el momento

con sus limaduras ilusorias de futuro

que de vez en cuando fantaseo que se imantan

en futuros libres:

 

chiste, lapso absurdo,

un regalo más de la incansable cornucopia

 

y en el pasillo esa frágil criatura

ese que sufre y no encuentra consuelo

 

ni amigos ni familia la verdad

 

que arrastra sedimentos espectrales

 

y si no vigilas se hace cortes en la cara con un cúter

como pentagramas

 

y la que se encierra en algún baño

para comer, vomitar

para secarse el sudor

e imaginar un reposo

 

¿cuándo es?, un viernes un lunes

 

nos da lo mismo

 

y la que arranca tres hojas

corre las mastica se atraganta, las escupe luego y las entrega:

son su respuesta al examen.

 

Luego está el que araña en una mesa

para dejar fijo un nombre,

 

y ¿por qué dejas “tu” nombre,

si no debiste estar tanto y tan muerto

contra esa mesa aplastado,

 

 

tan en el vórtice obtuso

en que se amustia la vida?

 

Qué te reporta tu rastro

en el malgasto.

 

¿Es tu factura?

¿La que nos dejas?

 

Dime, pues, ¿cómo

la cobrarás?

 

Hazlo para todas, para el patio

encajonado entre el cielo y las vallas,

 

para las gaviotas que se abaten

sobre los rescoldos de papel de estraza

una vez que acaban los recreos.

 

Sin embargo, a veces, le tenemos cariño:

un patio desierto entre los árboles hirsutos

 

los que vigilamos, los que fueron vigilados

 

mientras arrancaban las naranjas amargas

para reventarlas,

 

esas que se pudren aromando las esquinas.

***

Nota biográfica

 

Fernando Pérez Fernández (Cáceres, 1984) ha publicado los libros de poemas, Cargas familiares (Isla de Siltolá, 2015) y Término medio (RIL, 2022).

Su obra está presente en antologías como Piedra de toque. 15 poetas emergentes en Extremadura (ERE, 2017), Diáspora. Poetas extremeños en el exilio (Ediciones Liliputienses, 2020) y Los últimos del oeste. Poetas extremeños del siglo XXI (RIL, 2025).

***

 

Disponible: 13 euros

Métodos de pago:
Mediante transferencia al número de Ediciones Liliputienses:
ES71 0078 0030 8440 0001 2987 (una vez realizada la transferencia, dinos a qué dirección quieres que te lo enviemos a través de un mensaje al correo elblogliliputiense@gmail.com).
 
 

Mediante Bizum a través del número de teléfono 670474382.